lunes, 30 de julio de 2007

Elena

Sucede que hace mucho tiempo; más allá del tiempo, Elena empacó sus cosas y partió. Lo hizo por alguna razón desconocida, por su respeto al azar tal vez. Acá sus años han pasado sin más. Ahora Elena camina a duras penas, su piel está chamuscada. De su casa nunca se le ve asomarse si quiera, salvo para recibir el correo. La sombra temblorosa de su mano recibiendo al cartero es capaz de cobijar la ternura de la humanidad. Hace unos meses Elena decidio regresar a su pueblo natal en busca de señales. Pasó por su escuela, por el negocio de la esquina, por su casa, por los árboles que sembró su padre cuando era niña y nada estaba, ya nada era. Se sintió vacía, le dolían los pies y se sentó con cuidado en un muro hasta ver el sol desaparecer. Elena buscaba el sol, buscaba señales.


viernes, 20 de julio de 2007

anotación # 2



Es cierto.

El tiempo nunca

ha tenido manos, y nunca

las tendrá.

Es mejor así.

El día que las tenga

será

demasiado obvio

su adiós.


martes, 10 de julio de 2007

Parque del amor/Lima, Perú

lunes, 9 de julio de 2007

anotación # 1




Hemos vuelto sin remedio

a la niñez lisa y llana;

a entender que la muerte

es sólo nuestro último

gesto

y nada más.


miércoles, 4 de julio de 2007

Vocación

Como a muchos que tienen una obsesión, a Ignacio le obsesionan los pies. De niño se quedaba mirando con una agudeza casi enfermiza los pies de las gentes. En los paseos, en las plazas y en todos lados observa cada detalle, cada movimiento de cientos y cientos de éstos. Ignacio está rayando la locura, para él todo redunda en esas dos extremidades. A simple vista los pies son algo común, pero según él, éstos albergan la memoria del hombre. Como Ignacio no tiene pies, ha optado por dedicar la mayor parte de su vida a ser lustrabotas.
Y así anda todo el día de rincón en rincón, en la misma plaza de armas, según él; velando por la memoria de la ciudad.



a Ignacio