domingo, 5 de abril de 2009

Sin título

He olvidado de memoria
todas las mujeres que
alguna vez autorizaron
el cariño,
de golpe uno está solo
sin siquiera la posibilidad
de mirarse cara a cara
en un espejo abandonado
que le devuelva
la miseria de la noche anterior,
sin el breve alivio
de descansar el frío en otras manos
o la repentina estupidez de
decirte al oído nuevamente que te quiero,
de golpe uno está solo
sin la sombra de un mismo árbol
o paraguas
y no queda más que echarse al piso,
mirar el techo y esperar, intensamente,
que nada pase.