martes, 2 de agosto de 2011

Failed

Parecería como si las tormentas, ese milagro contenido en feroz mezcla de agua, viento y nubes, fueran nuestra única salvación, nuestra posterior posible resurrección. En esta isla se veneran los desastres naturales, se les implora una visita, alguna limosna, por mínima que parezca. Los primeros pobladores también idolatraban, pero no del mismo modo. Guabancex, Boinayel, Márohu, por ejemplo, eran adorados, respetados, pero también temidos. El temor nuestro tiene otro rostro. Aquellos eran divinidades; no la salvación.

Hoy no hubo tormenta. Y acaso ese signo sea la certeza de que alguien o algo nos ha abandonado, porque no es necesario, porque aquí las tormentas, los huracanes ocurren, aunque no en forma de lluvia.