domingo, 22 de abril de 2007

El maquinista

Siempre esperaba con ansias el fin del mes. Su padre lo llevaba de paseo en tren. De todo lo que normalmente hacía: ir a la escuela, caminar por el vecindario, jugar al fútbol con sus compañeritos o a las escondidas; prefería la ventana del tren. Se quedaba horas observando como el paisaje se transfiguraba, se alejaba hasta que desaparecía. A lo lejos los árboles lucían como pequeñas plantitas, los edificios eran de papel y las personas pasaban a ser minúsculas hormigas.
Años más tarde Marcos consiguió trabajo como maquinista del tren. Ahí dejó su vida. En los pequeños momentos en que se desocupaba de maquinar, trataba de evocar su infancia, pero sus recuerdos se alejaban, se volvían cada vez más chiquitos y desaparecían.

No hay comentarios: