lunes, 18 de febrero de 2008

Hilda

Hilda era hermosa. En la escuela todos andaban detrás de ella. A mi nunca me hizo caso. Era una muchacha normal, salvo por su terrible pavor a las arrugas. Su abuela materna había vivido hasta los ciento dos años, y eso a Hilda la asustaba. No quería envejecer, quería permanecer así. Para no sucumbir ante el tiempo, optó por no mover ningún músculo facial, ante ninguna situación. Decisión rara pensé. En diez años no esbozó ni un guiño, nada. Ni un gesto leve.

En efecto, permaneció como era en la escuela, igual de hermosa.

El día del accidente, lamentable accidente, solo un niño la vió. Hilda le sonrió imperceptiblemente.

Sólo eso pude ver contó.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Poco probable que fuese hermosa sino sonreía.

Santey Herco dijo...

Picando piedra en la cantera de la barranca de Yototitche, una niña grito que no quería crecer, se escondío en un pequeño jacal. Se apreto su pecho con ayate, y se tapo su vergüenza, como aprendío a llamarle desde pequeña, por voz de su abuela. Se dijo niña. Y se echo un vestido. Al cabo de diez años y media barranca explotada y lavada en el río. La niña habia visto con dolor el crecimiento de sus pechos, y el hilito rojo por sus piernas. Derrotada con su vestido, se fue a un columpio de casa.